El poblamiento de la ciudad de Santiago
se ha visto sometido a diferentes vaivenes y ritmos, una de sus fases
más prolíficas y explosivas fue entre 1940 y 1960, efecto del
fenómeno migratorio desde el campo a la ciudad. La capital duplicó
su cantidad de habitantes, y se vio inmersa en una gran crisis
habitacional. Como respuesta el gobierno de Eduardo Frei Montalva
(1964-1970), desarrolló la llamada “Operación Sitio”,
consistente en la otorgación de créditos para la adquisición de
pequeños terrenos. Sin embargo, esto no fue suficiente para dar
abasto al voraz poblamiento de la actual ciudad; la alta necesidad de
espacios y viviendas, sumado a la lentitud de la implementación –
precaria autoconstrucción de casas y escaso equipamiento urbano- dio
paso a las tomas de terrenos y a la posterior aparición de varias
poblaciones de Santiago. En el caso del sector norte de la ciudad,
sitios intersticios1
como La Palmilla Oriente.
Hoy en la sala de arte2
se presenta la obra “Redención” del artista Andrés Maturana. A
través de la instalación, los documentos gráficos, los objetos y
los soportes audiovisuales, la muestra reflexiona en torno a la
génesis y el carácter de patrimonio inmaterial de la memoria e
identidad, identidad que se forjó simultáneamente con la población
La Palmilla Oriente. La operación artística hace emerger la
pregunta por la función del barrio como sitio de resistencia o lugar
de olvido frente a la ciudad y la vorágine capitalina.
¿Cómo puede un
malestar colectivo generar identidad? Pregunta esencial para pensar
en la génesis del barrio. Habitar un sitio es sinónimo de
apropiación, que inevitablemente exige una toma de posición en un
terreno específico3.
Hace aproximadamente 60 años atrás, nació La Palmilla Oriente. Fue
en el fundo Santa Elisa, su dueño Alberto Echegaray dividió y
vendió una serie de propiedades, es a partir de ahí que comienza el
poblamiento del barrio.
Los sectores periféricos de Santiago
tienen una existencia incierta, están en los bordes, en la zona
difusa, donde siempre se escucha el rumor de la expropiación. Forjar
un sitio habitable es una instancia (como realidad social) que
transgrede el espacio individual para concluir en el colectivo, en
este caso lleva a la unión de los habitantes, a través de cuerpos
vecinales cómo la “Asociación de propietarios y pobladores de La
Palmilla Oriente”4.
El barrio que hace 60 años atrás carecía de emplazamiento básico
y urbanización, no era un barrio, era solo un terreno. La falta de
lo necesario para habitar fue la esencia del malestar colectivo que
unió a propietarios y pobladores para erigir el barrio, fue lo que
los movió a trabajar en comunidad. El encuentro y la convivencia
entre personas, el contacto humano, es propicio para el júbilo y el
relajo, lo que creo es esencial para la existencia de una comunidad.
Un colectivo que se identifica a través de sus relaciones de
convivencia (las instancias de esparcimiento y la participación de
sus integrantes) deviene grupo humano que resiste la homogenización
y envasado, elementos característicos de la ciudad moderna. El barrio desde sus inicios
contó con celebraciones como La reina de la Palmilla, reuniones en
bares y cantinas del sector, clubes y actividades deportivas, etc.
Estamos frente a un cuerpo colectivo que se personaliza a través de
la obtención y construcción de insumos sociales básicos y
recreación. Forjar un barrio lleva a consolidar una identidad
colectiva.
El espacio pequeño del barrio permite
una relación más cercana e íntima entre sus habitantes, a
diferencia de la que se desarrolla en la ciudad y los centros
capitalinos; en estos los individuos chocan entre sí como
partículas, una rutina cuántica, nexos sin trama, sólo unos
cuantos encuentros casuales en las pistas del concreto y hormigón.
En esta muestra algunas piezas
funcionan como reliquias; los restos de demolición de espacios que
alguna vez fueron construidos mano a mano, sumando manos. Estos hoy
se exponen como testigos del paso del tiempo y avance de la
urbanización invasiva, como un indicio del barrio resistente que fue
arrasado por la creciente urbe. Un antiguo órgano vivo extirpado del
cuerpo brillante y luminoso de la mole de concreto. Hay algo más
allá de la loza y el ladrillo destrozado, hay habitantes que
perdieron su patrimonio material, perdieron el lugar donde vivieron,
eso los lleva a encontrarse hoy en un sitio del olvido. El riesgo de
perder el patrimonio inmaterial (queda sólo el recuerdo como
posibilidad de existencia), conlleva el riesgo de la desaparición de
la identidad local. Pero no todo está en la construcción, el
inmueble; el territorio se habita desde el emplazamiento y las vidas
desarrolladas en él. Los habitantes son tan parte del barrio como
sus calles y sus construcciones.
Santiago de Chile, organismo vivo con
apéndices. La esencia urbana se esparce y avanza como metástasis
hacia sus periferias, y estas tiemblan ante su rumor. Pero no todo es
muerte súbita, estos espacios de la resistencia y el olvido son tan
materiales como inmateriales. La devastación puede arrasar con las
construcciones y el material, pero el colectivo humano ejerce la
resistencia que constituye el soporte para vencer al olvido. Los
niños de ayer son los ancianos de hoy, sus memorias son confidentes
de la génesis de La Palmilla Oriente, y sus manos artífices del
sitio; el testimonio y el recuerdo son la resistencia, mientras ellos
nos hablen, el barrio permanecerá vivo a través de la memoria
colectiva, haciendo del olvido un rumor.
La construcción mano a mano de una
localidad funde al sitio y al habitante, patrimonio material e
inmaterial que se crearon a la par. Ambos son la fachada de la
localidad, marcados por huellas mutuas, huellas de la resistencia
amenazadas por el olvido.
Fernanda Yévenez.
1
En este caso, utilizamos el concepto como espacio transicional entre
dos etapas definidas de un proceso evolutivo de urbanización.
2
Sala de arte La Palmilla Oriente.
3
en el caso de La Palmilla y más puntualmente La Palmilla Oriente
desde avenida Zapadores a avenida Principal, y desde calle Alberto
González hasta Av. La Palmilla.
4
Cabe mencionar al respecto que en 1971 se formaliza la junta de
vecinos N°18 de La Palmilla Oriente.